dijous, 19 de gener del 2012

Un final de ajedrez diabólico - Curiosidades y anécdotas sobre José Raúl Capablanca (1888-1942)

Un final de ajedrez diabólico - Curiosidades y anécdotas sobre José Raúl Capablanca (1888-1942)
Zoilo R. Caputto titulaba con el nombre "Un final diabólico" un cuento o historia breve (1) que escribió sobre este final de ajedrez compuesto por el genial cubano José Raúl Capablanca y Graupera (2), en 1908, en su excelente libro El arte del estudio de ajedrez, con toda clase de detalles y análisis. Este famoso final, ya conocido por casi todo el mundo ajedrecístico, parece ser que es el único que llegó a componer Capablanca en solitario. Se le conoce otro, conjuntamente con Emmanuel Lasker, del que hablaremos más adelante.

(1) A raíz de dicho final, el eminente compositor, escritor e historiador de Ajedrez, Zoilo Rudecindo Caputto, -Don Zoilo para sus compatriotas argentinos-, escribió un cuento breve, que por su originalidad e interés, me permito copiar íntegramente de su libro El arte de estudio de Ajedrez y que podéis encontrar al final de este artículo (Ediciones Eseuve-Madrid-1992, libro que recomiendo para todos aquellos aficionados al estudio y al problema, por la cantidad de información histórica que contiene).

(2) Aun cuando Capablanca nació en La Habana, el día 18 de noviembre de 1888, es decir, diez años antes que La Perla de las Antillas cambiase de manos, ostenta una estirpe plenamente catalana, sin ninguna duda: sus apellidos, sobre todo el materno, Graupera, es bastante elocuente y aún perdura en personas que viven en diversos municipios del Maresme catalán. (Marià Fontrodona: Gent Nostra – Capablanca, Edicions de Nou - Art Thor, 1988, Barcelona)

De hecho, en el libro Gent Nostra, anteriormente mencionado, se dice que Capablanca hablaba: "el castellano de La Habana, de dulces inflexiones, así como el inglés, que llegó a dominar, como resultado de sus largas estancias en tierras norteamericanas, como también el catalán, que hablaba con su madre y los familiares de línea materna, desde su juventud."

Sin embargo no pretendemos, con ello, negar su nacionalidad ni el orgullo que todo el pueblo cubano ha sentido por él, así como la gran admiración de todo el mundo ajedrecista.


Cuba: sellos conmemorativos del 30º aniversario
del Campeón Mundial de Ajedrez
(colección particular)

Estudio artístico de ajedrez de José Raúl Capablanca.
KyG p45 - ZRC-#416 Lasker's Chess Magazine, 1908.
El autor indicaba: juegan blancas y ganan.
FEN: 8/7r/2p2pp1/2p3p1/k5p1/3KN1p1/8/1R6 w - - 0 1

Muchos han sido los analistas y grandes maestros que han intervenido en analizar este final de ajedrez, que apareció en la Lasker`s Chess Magazine en 1908. Se conoce otra versión con el peón f situado en f5, que no comentaremos.

Pulsando en el enlaces os podéis descargar la solución en formato PGN de este famoso estudio artístico de ajedrez compuesto por José Raúl Capablanca

Estudio artístico de ajedrez de José Raúl Capablanca, Lasker's Chess Magazine, 1908
1.Rc4 Ra5

[1...Ra3? 2.Cd1 (2.Rc3 Ra2 (=2...Ra4 3.Ta1+ Rb5 4.Cc4+-) 3.Tb2+ Ra3 4.Cc4+ Ra4 5.Ta2+ Rb5 6.Ta5#) 2...Th2 3.Cc3+-]

2.Rxc5 Ra6

[2...Ra4 3.Cc4 g2 4.Tb4#]

3.Rxc6 Ra7

[3...Ra5 4.Cc2 Ra4 5.Tb4+ Ra5 6.Tb3+-]

4.Cd5!

[4.Cxg4? Apartándose de la lucha contra el rey negro el blanco no consigue nada.]

4...Th2!

[4...Tf7 5.Cb6 f5 6.Ta1++-; 4...g2? 5.Cc7 Txc7+ 6.Rxc7 Ra6 7.Rc6+-]

5.Cc3

[>=5.Ta1+ Rb8 6.Cxf6 Tc2+=; >=5.Cxf6 Tc2+ 6.Rd5 g2=; 5.Tb7+!? Sigamos otra idea de Caputto que daba esta solución aparente, pero que, años más tarde, él mismo se encargó de demoler. 5...Ra6 6.Cb4+ (6.Tb6+ Ra5 7.Tb5+ Ra4 8.Cc3+ Ra3=) 6...Ra5 7.Rc5 Ra4 8.Rc4 Ra5 (=8...Ra3) 9.Tb5+ Ra4 10.Tb6 Ra3 11.Cd5 (=11.Rc3 Ra4=) 11...Th7 Al cabo de unos años Caputto despreció esta variante. Veamos de profundizar en ella... (11...Tf2!!= Esta es la jugada que Caputto encontró... que da tablas. 12.Tb3+ Ra4 13.Txg3 (13.Tb4+ tampoco conduciría a nada.) 13...f5 14.Tb3 Tc2+ 15.Cc3+ Ra5 16.Rc5 (16.Rd3 No creo que esta retirada sea la mejor 16...Th2!-/+) 16...Ra6 17.Rc6 Ra5= Y no se ve por donde el blanco pueda imponerse.) 12.Cc3 Continuemos con la variante inicial de Caputto, 11. ... Th7, antes de encontrar 11. ... Tf2!! 12...Tc7+ 13.Rd3 g2 A mi entender, esta jugada es mala. (13...Th7! Y aquí, contrariamente a los análisis existentes, creo que ésta es mucho mejor. 14.Rc4 (14.Tb5 f5=) 14...Tc7+= ... y tablas.) 14.Rc2 Txc3+ 15.Rxc3 Ra2 16.Tb2+ Ra3 17.Txg2 f5 18.Rc4 f4 19.Txg4 f3 20.Tg3+- Y se ganaría, si no fuera por 11. ... Tf2!!... o por 13. ... Th7!; 5.Cc7? Tc2+ 6.Rd7 Th2!]

5...f5

[5...Tc2 6.Tb3 Tc1 (6...g2 7.Rc7 Txc3+ (7...Ra6?? 8.Ta3#) 8.Txc3 Ra6 9.Rc6 Ra5 10.Tg3+-) 7.Rc7 Ta1 8.Tb7+ Y aquí posiblermente ésta sea igual a la indicada por Caputto, 8. Tb6. (8.Tb6 Tc1 9.Tc6 Ta1 10.Cb5+ Ra8 Y ahora Caputto indica 11.Rc8 y 12.Tb6 ganando, pero no sé si esto es realmente así. Veamos... 11.Rc8 g2! La primera sorpresa. Y el blanco debe acogerse a las tablas. ‹12.Tb6 Esta indicación de Caputto no me parece buena. (12.Cc7+ Unica para no perder. 12...Ra7 13.Cb5+ Ra8 Y el blanco debe acogerse a las tablas.)12...Tc1+ 13.Cc7+ Txc7+ 14.Rxc7 g1D-+ y el negro gana.) 8...Ra6 9.Tb6+ (9.Tb8 Ra7 (9...Ra5? 10.Tb5+! (10.Ta8+? Rb4 11.Txa1 (11.Cd5+ Rc5) 11...Rxc3 12.Ta3+ Rd4 13.Txg3 f5) 10...Ra6 11.Tb6+ Ra5 12.Rb7 ganando.) 10.Cb5+ Ra6 11.Cd4! (11.Ta8+? Rxb5 12.Txa1 f5 13.Rd6 Rc4 14.Re5) 11...Tc1+ (11...Ra5 12.Cb3+) 12.Cc6 Txc6+ 13.Rxc6 Ra7 14.Tb3! f5 15.Txg3+-) 9...Ra5(9...Ra7?? 10.Cb5+ Ra8 11.Tb8#) 10.Rb7+- 'ganando.'; 5...g2 6.Tb7+ (6.Cb5+ Caputto sugiere ésta como mejor... 6...Rb8 7.Cd6+ Ra7 (7...Ra8 8.Ce8+-) 8.Cc8+ Ra8 9.Cb6+ Rb8 10.Ta1 seguido de mate.) 6...Ra6 (6...Ra8 7.Cb5) 7.Tb6+ Ra5 8.Tb5+ Ra6 9.Cd5! (9.Tb4? Ra7 10.Cb5+ Rb8 11.Te4 (11.Cd6+ Ra8) 11...Th8) 9...Th7 10.Tb2! Ra7 11.Cc7 Txc7+ 12.Rxc7 Ra6 13.Rc6 Ra5 14.Txg2; 5...Ra8 6.Te1 Tc2 (6...Th8 7.Cd5) 7.Rb6 Tb2+ 8.Cb5 Txb5+ 9.Rxb5 Rb8 10.Rc4; 5...Th8 6.Cb5+ Rb8 7.Cc7+ Rc8 8.Ta1 Rd8 9.Ta8+ Re7 10.Txh8 g2 11.Te8+ Rf7 12.Te1+-]

6.Tb7+

[6.Cb5+ Rb8! 7.Cd6+ Ra8! (7...Ra7? 8.Cc8+ Ra8 9.Cb6+ Rb8 10.Cd7+) 8.Te1 Th8 (?) El interrogante es de Caputto. Este, al analizar este difícil final antes de incluirlo en su libro, encontró que Tc2+ solucionaba todos los problemas del negro... (8...Tc2+! Caputto da esta línea que es mejor, refutando los hallazgos de los analistas ucranianos. 9.Rb6 Tb2+ 10.Cb5 Txb5+!! 11.Rxb5 Rb7! y dice que por más vueltas que se le dé no se ve la forma de que el blanco gane, por lo que parece que las negras se salvan, como también estaban de acuerdo en ello el recordado analista argentino Miguel Angel Gelly y el compositor español Felipe Moreno Ramos, a quiénes Caputto da todo el mérito de esta solución a este "diabólico final". Veamos ahora algo más... 12.Rc5 f4 13.Rd4 f3 14.Re3 Rc6 15.Ta1 (15.Td1 g2 16.Rf2 Rc5) 15...g2 16.Rf2 Rd5 17.Ta4 g3+ 18.Rg1 Re5 19.Tg4 Rf5 20.Ta4 (20.Txg3 g4 21.Rf2 Rf4 22.Rg1 Rxg3) 20...Re5) 9.Ce8 Rb8? El interrogante es de Caputto. a) 9...Tf8! Aquí Caputto indica -Ajedrez de Estilo núm. 53/54-1986- que ésta es mejor y que si bien las blancas pueden ganar el camino será largo. 10.Ta1+ Rb8 11.Tb1+ Ra7! 12.Cd6! Th8! (12...Tf6? 13.Rc7 Txd6 14.Rxd6 f4 15.Re5 f3 16.Re4 f2 17.Re3+-; 12...Ta8? 13.Cb5+ Rb8 14.Cc7+ Rc8 15.Te1+-) 13.Tb6 Ra8 (13...Th7 14.Cc8+ Ra8 15.Tb3 g2 16.Cb6+ Rb8 17.Cd7+) 14.Cb5 Tc8+ 15.Cc7+ Txc7+ 16.Rxc7 Ra7 17.Tb3 Ra6 18.Rc6 Ra5 (18...Ra7 19.Txg3 Rb8 20.Rd6 Rb7 21.Re6 Rc6 22.Rf6 Rd5 23.Rxg6+-) 19.Rc5 Ra6 (19...Ra4 20.Txg3 f4 21.Txg4 Rb3 22.Rd4+-) 20.Txg3 Rb7 (20...f4 21.Txg4 f3 22.Txg5 f2 23.Txg6++-)21.Rd6 Rb6 (21...Rc8 22.Re7 Rc7 23.Tc3+ Rb6 24.Rf6 f4 25.Rxg5) 22.Tb3+ Ra5 (22...Ra7 23.Rc7 Ra6 24.Tb6+ Ra5 25.Txg6) 23.Rc5 Ra4 24.Tg3 f4 25.Txg4 Rb3 26.Rd4+-; b) 9...Txe8? 10.Txe8+ Ra7 11.Rc5 f4 12.Rd4 g2 13.Te1 f3 14.Re3; 10.Tb1+ Rc8 11.Cd6+ Rd8 12.Tb7+-]

6...Ra6

[6...Ra8 En 1977 el gran maestro y teórico Novotelnov N. indicó que con esta el blanco no gana. 7.Te7(7.Cb5? Tc2+ 8.Rb6 g2 9.Ta7+ Rb8 10.Ta1 f4-+ y el negro está mucho mejor.) 7...Tb2 Caputto indica ésta. a) 7...Th8? 8.Cd5! Tc8+ 9.Rb6; b) 7...Tc2 no parece correcta. 8.Rb6 Tb2+ 9.Cb5 Txb5+ 10.Rxb5 g2 (‹10...Rb8 no sería tan buena. 11.Rc4 f4 12.Rd3 g2 13.Te1 f3 14.Re3 Rc7 15.Rf2 Rd6 16.Te4 g3+ 17.Rg1 Rd5 18.Tg4 Re5 19.Txg3 Rf4) 11.Te1 Rb7 12.Tg1 g3 13.Txg2 f4 14.Rc4 Rc6 15.Rd4+-; 8.Te8+ (8.Cb5 Tc2+ 9.Rb6 Rb8!=) 8...Ra7 9.Cb5+ Txb5 10.Rxb5 g2 11.Te1 (=11.Te7+) 11...f4 12.Rc6! f3 13.Ta1+ Rb8 14.Tb1+ Rc8 15.Ta1 entrando en el conocido final de tablas.]

7.Tb6+ Ra5
8.Tb5+ Ra6
9.Tb4


[9.Ca4 Un nuevo intento... 9...Th7 (9...Tc2+ Parece similar) 10.Cc5+ Ra7 11.Ta5+ Rb8 12.Cd7+ Txd7!! 13.Rxd7 g2 14.Ta1 f4 y parece que las tablas son evidentes.]

9...Ra7
10.Cb5+ Rb8
11.Cd6+ Ra8


[11...Ra7? 12.Cc8+ Ra8 13.Cb6+ Rb8 14.Cd7++-]

12.Cc4 Ta2

[=12...Ra7]

13.Rc7

[13.Cb6+ Ra7! 14.Cc8+ Ra6=]

13...Ta7+

Creo que aquí está uno de los errores de Capablanca.

[13...g2!? En 1965 el gran maestro y compositor de ajedrez Genrikh Kasparian, encontró que esta jugada lleva a tablas. 14.Tb8+ Ra7 15.Tb7+ Ra6 16.Tb6+ (16.Rb8?? g1D-+ Y la dama controla el escaque b6.) 16...Ra7= Y el blanco no puede salir del jaque perpetuo sino quiere morir.]

14.Rc8 Ta6
15.Tb8+


[15.Cb6+ Quizás un poco mejor. 15...Ra7 16.Cd5 Tc6+ 17.Cc7 Txc7+ 18.Rxc7 Ra6 19.Rc6 Ra5 20.Tb3 g2 (20...f4? 21.Tb5+! Ra4 22.Txg5 ganando.) 21.Tg3+/= Y es posible que el blanco termine imponiéndose.]

15...Ra7
16.Tb7+ Ra8
17.Cb6+ Txb6
18.Txb6 Ra7
19.Tb1


[19.Tb2 f4 20.Rc7 Ra6 21.Rc6 Ra5 (21...Ra7 22.Tb7+ Ra6 23.Tb1 Ra7 (23...Ra5 24.Rc5 Ra4 25.Rc4 Ra3 26.Rc3 Ra2 27.Tg1 f3 28.Txg3 f2 29.Tg2 g3 30.Rd3) 24.Rd5 g2 (24...f3 25.Re4 Ra6 26.Re3 Ra5 27.Tg1 g2 28.Tb1 Ra4 29.Rf2 Ra5 30.Te1 Rb6 31.Te6+ Rc5 32.Te5+ Rd4 33.Txg5) 25.Re4 f3 26.Re3 Ra6 27.Rf2 Ra5 28.Te1 (28.Tb8 g3+ 29.Rg1 Ra4 30.Tf8) 28...Rb6 29.Te5 g3+ 30.Rg1 g4 31.Tg5 Rc6 32.Txg4 Rd5 33.Tf4+-) 22.Rc5 Ra4 (22...Ra6 23.Rd4+-) 23.Rc4 Ra3 24.Tg2 Y aquí terminaba la solución del autor señalando que el blanco gana.]

19...f4
20.Rc7 Ra6
21.Rc6 Ra5
22.Rd5 f3
23.Re4 Ra4
24.Re3+


Y el blanco no tiene problemas para acabar con los aún restantes peones enemigos.

1-0


José Raúl Capablanca – Campeón del Mundo, 1921 a 1927

Y ahora vamos a comentar el final que sigue, compuesto conjuntamente con Emmanuel Lasker y que nació del modo que se explica más abajo.


Emmanuel Lasker – Moscú, 1931


Emmanuel Lasker – Campeón del Mundo de 1895 a 1921

Partida de ajedrez Capablanca-Lasker, Nueva  York, 1923
Partida de ajedrez Capablanca-Lasker, Nueva York, 1923


La Habana (1966): XVII Olimpíada Mundial de Ajedrez (*)
(colección particular)

(*) En la parte derecha se halla la posición del final que nos ocupa. Corresponde a la parte final de una de las diez partidas rápidas que jugaron en el Café Kerkau, de Berlín, en 1914, y que ambos analizaron. Final que fue publicado por Lasker en el Vossische Zeitung. Parece ser que fue su última crónica, puesto que había comenzado la guerra.

Estudio artístico de ajedrez, Capablanca-Lasker, Berlín, 1914
Estudio artístico de ajedrez.
Capablanca-Lasker, Berlín, 1914.
Juegan blancas y ganan.
FEN: n2R4/k1nK4/1p6/1P6/8/8/8/8 w - - 0 1

1.Txa8+

[ 1.Rc8? Cxb5 2.Td2 Cbc7 3.Ta2+ Ca6 4.Tb2 C8c7 5.Txb6=]

1...Cxa8

[ 1...Rxa8 2.Rxc7 Ra7 3.Rc6+-]

2.Rc8 Cc7
3.Rxc7 Ra8
4.Rxb6

1-0


Como comentario quiero señalar que este final de ajedrez que hemos comentado ha aparecido, en alguna ocasión, con las piezas situadas de forma diferente, aunque su terminación es la misma. Adjunto posición FEN por si lo desean analizar (1R1K4/k1n5/Np6/1P1n4/8/8/8/8 w - - 0 1).

Asimismo, en 1934, el gran compositor Mark Savelyevich Liburkin concibió y publicó en Shakhmaty v SSSR, otro final que finalizaba como el de Lasker y Capablanca.

Estudio artístico de Mark Savelyevich Liburkin, British Chess Magazine, 1934
Estudio artístico de Mark Savelyevich Liburkin.
British Chess Magazine-1372 i 2 -p349i301-1961/66, 1934
Shakhmaty Chess in the URSS (1ª MH)
FEN: k4n2/8/np1K4/8/1P6/7R/8/8 w - - 0 1

1.b5 Cb8

[ 1...Cc5 2. Te3 ]

2.Th8 Cfd7

[ 2...Cg6 3.Tg8 Cf4 4.Tf8 ( 4.Tg4 ) 4...Cg6 5.Tf7+- ; 2...Cbd73.Rc7+- ]

3.Rc7 Ra7 4.Te8!
[4.Td8? Cc5 5.Txb8 Ce6+ 6.Rc8 Cc5= ]

4...Cf6

[ 4...Cc5 5.Te7 Cd3? (5...Ca4 6.Rc8+ Ra8 7.Tb7 Ca68.bxa6+- Cc5 9.Rc7 (9.Txb6? Ra7= ) 9...Cxa6+ ( 9...b5 10.Txb5 Cxa6+ 11.Rb6+- ; 9...Ca4 10.Rc6+- ) 10.Rxb6 Cc5 ( 10...Cb4 11.Td7+-) 11.Tc7 Ca4+ 12.Rb5 Cb2 ( 12...Rb8 13.Tc2+- ) 13.Td7 Rb8 14.Td2+- ) 6.Rc8+ Ra8 7.Tb7+- ]

5.Txb8 Ce8+ 6.Rd7 Cc7

[ 6...Rxb87.Rxe8+- ]

7.Ta8+! Cxa8 8.Rc8!+-

1-0


Así, pues, hay que ver la lucha que motivó el final de una partida de ajedrez amistosa y sus análisis en el tiempo. En el libro de Zoilo R. Caputto también se cita el final de Liburkin con la salvedad que coloca el peón blanco en b5 y el caballo negro en b8, o sea, adelantándose una jugada. La posición que reflejo en el diagrama es la que apareció, por dos veces, en el British Chess Magazine de 1961 y 1966.

Zoilo Rudecindo Caputto
Zoilo Rudecindo Caputto

No sé si con estos comentarios, y alguna que otra curiosidad, habré inducido a estudiar de nuevo el final. Pero de una cosa estoy seguro, habré contribuido a divulgar aún más las ideas que sobre el mismo introdujo Don Zoilo R. Caputto en su magnífico libro, ya citado, El arte del estudio de Ajedrez. Y a continuación el cuento prometido

Profesor Zoilo Rudecindo Caputto
Profesor Zoilo Rudecindo Caputto

UN FINAL DIABÓLICO

La ciudad despertaba. Era una fresca y luminosa mañana de setiembre donde el cielo azul, de una transparencia insospechada parecía alegrarlo todo.

Me vestí rápidamente y salí a caminar sin prisa, dejándome llevar por mis alegres sensaciones. Llegué a un parque cercano y me senté. Alli varios niños discutían por cosas de sus juegos, y frente a mí, casi de espalda, un hombre ves­tido de gris miraba la escena con interés. Parecía que todo iba a terminar en una riña porque los gritos aumentaban cada vez más; pero nada de eso ocurrió y lo chiquillos puestos repentinamente de acuerdo y entre risas se marcharon.

Entonces el hombre de gris se volvió.

Sentí una viva agitación: aquellos rasgos inconfundibles; aquel rostro moreno de ojos acerados... ¡Era nada menos que Capablanca!

Su sonrisa me indicó que no le había pasado inadvertido mi sobresalto y en­tonces mi turbación aumentó. Cambiamos algunas palabras hasta que la conver­sación inevitablemente derivó al ajedrez.

- A propósito de su famoso Estudio publicado hace treinta años, le dije en cierto momento, ¿recuerda usted el esfuerzo que tiene que hacer el Blanco para ganar en 24 jugadas?

Asintió con la cabeza.

- Pues bien. ¡Yo le puedo asegurar que apenas sí se necesitan 20.Durante algunos segundos clavó en mí sus claros ojos y por ellos pasaron los recuerdos de su juventud. Cuánto tiempo había tardado en hallar aquella solución que yo le cuestionaba, no lo sé. Pero seguramente fueron horas lo que en términos de Capablanca equivalía a la eternidad.

Muy cerca de allí había un viejo Café de los Ajedrecistas y me propuso que analizáramos el final. Nos sentamos frente al tablero, y llegó el momento en que debía mostrarle mi refutación. A pesar de todo, él respondió con aire displicente y hasta me pareció advertir en sus labios una sonrisa.

Quizá yo me había excedido. Al mirar el tablero se me antojaba ahora que su jugada escondía el golpe de gracia, el último truco del prestidigitador que por inesperado es siempre el de mayor efecto. ¡Sólo me quedaba forzar el juego! Todos mis sentidos estaban puestos en aquella jugada que iba consumar lo imposible; la sangre palpitaba en mis sienes y me ardía en las manos. Un segun­do más todavía...

Pero ¿qué fue lo que ocurrió en aquel instante?
Al mismo tiempo que Capablanca ubicaba la Torre negra en f2, cayó al suelo un pocillo de café y se rompió estrepitosamente. Aquello ocurrió en un segundo; pero bastó para trastornarlo todo.

De un salto me puse de pie: ¡frente a mí ya no había nadie!

- ¿Dónde está?, exclamé sorprendido.

Alguien me respondió con otra pregunta:

- ¿Quién?

- Mi adversario..., dije, señalando la silla vacía.

Por toda respuesta el otro se encogió de hombros.

- ... ¡Capablanca!, grité en el colmo de mi desesperación.

Al escuchar el famoso nombre, algunos pálidos rostros sonrieron burlonamente... Todo en mi alrededor daba vueltas; oía risas y palabras sin sentido en un crescendo que amenazaba romper los tímpanos. Di unos pasos, tambaleante; alcancé a pasarme las manos sobre el rostro empapado y todo cambió como por encanto.

La mañana devolvía su forma a las cosas inertes, y una dulce, una serena cla­ridad, anunciaba la vida. Las cortinas de la ventana entreabierta se movían ca­denciosamente al compás de la brisa.

Afuera, la ciudad despertaba.

Me vestí rápidamente y salí a caminar sin prisa, dejándome llevar por mis alegres sensaciones. Llegué a un parque cercano y me senté. Allí vanos niños discutían por cosa de sus juegos, y frente a mí, casi de espalda, un hombre ves­tido de gris miraba la escena con interés. Parecía que todo iba a terminar en una riña porque los gritos aumentaban cada vez más; pero nada de eso ocurrió y los chiquillos, puestos repentinamente de acuerdo y entre risas se marcharon.

Entonces, el hombre de gris se volvió.

Ediciones Eseuve-Madrid-1992

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